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martes, 9 de mayo de 2017

Cuidado con aquella mujer pecadora.


Hoy quería hablar de un tema peliagudo. Seguro que diga lo que diga alguien va terminar quejándose y haciendo algún comentario negativo. Es lo que tiene el tema. 

¡Las putas! Ese es el tema peliagudo, del que todo el mundo sabe mucho y, al parecer, todo el mundo puede hablar con conocimiento de causa.

Las putas son putas. Aquellas que miramos de dos maneras: con recelo y mirando a otro lado, agarrando fuerte al marido, por si las moscas, o con lastima y mirando de hacer volver al lado de las mujeres buenas. Lo que ninguna persona hace es mirar a la puta desde la mirada de la puta, ¿verdad?

Porque si lo hacemos de esa manera podemos ver que tal vez no sea una puta sino una trabajadora sexual.




Si quitamos de la escena la trata de personas, las mafias, el chulo, la explotación sexual...Si quitamos de la escena el delito, nos queda una mujer o hombre que realiza un trabajo. 

La diferencia entra tal vez, o eso dicen las mujeres que defienden su derecho a no ser discriminadas como trabajadoras, APDHA reclama-la-regulacion-del-trabajo-sexual-como-actividad-laboral/, en la concepción que tenemos de la sexualidad.

Volvemos al estereotipo de que ha de ser adecuado sexualmente o no. ¡Curioso! La iglesia católica está en crisis por la caída de vocaciones pero continuamos valorando  MI sexo como algo tabú, secreto y sobre el que cualquiera puede decidir que puedo o no hacer con él. 

Por mi trabajo entro en contacto con frecuencia con personas que ejercen o han ejercido esta ¿profesión? Observo muchas diferencias entre estas personas: las que vienen escapando de la situación de explotación, y por tanto no lo consideran una profesión, y las que durante un tiempo la han ejercido con dignidad y me demandan respeto y reconocimiento.

También entro en contacto con personas que han realizado trabajos que podrían considerarse prostitución, sin tener que meter el sexo por ningún lado. Como dice aquel: "algú ho havia de dir" (alguien tenia que decirlo)

Entre la gente de mi profesión (yo me dedico a la orientación de personas en situación de vulnerabilidad) también existe una visión compleja ante esta situación y es difícil llegar a acuerdos en la intervención social y laboral . Como mujer, como católica, como socialista, como  feminista, como de derechas, como trabajadora social, como educadora social, como psicóloga....como orientadora laboral...Son aproximaciones diferentes a una misma realidad (en mi equipo somos todas mujeres, aunque todas muy diferentes. Es lo que tiene el sector, pero ese es otro tema) 

El problema surge, creo yo, cuando la realidad depende de las gafas con las que la observo. El problema se resuelve cuando nos ponemos las mismas gafas que lleva la persona que tenemos delante. Si la persona ve un problema en su realidad podemos ayudarla dándole recursos. Si la persona no lo ve como un problema...¿quien tiene el problema?

La persona que ejerce la profesión de trabajadora sexual nos pide respeto y que demos valor a lo que hace y a lo que ha aprendido. Es una profesión que dota de competencias y habilidades transversales como cualquier otra.  

Es necesario que nos cambiemos de gafas para observar lo que la persona nos está contando. Si cuando nos habla de su experiencia en lugar de preguntarle lo que piensa y el concepto que tiene de la prostitución, me ruborizo, me avergüenzo y no se tratarla con naturalidad o tiro de estereotipos, esa persona está siendo estigmatizada. 

No es la profesión la que me hace victima sino el estereotipo asociado socialmente que me aplica mi entorno, independientemente de su buena voluntad.

Un saludo a tod@s y espero no haber herido demasiadas susceptibilidades. 

Anna sú

miércoles, 5 de abril de 2017

¡Ya no tienes edad, papa!

¡Paparruchas! Que diría el señor Scrooge, en Canción de Navidad de Dickens.
Eso pensó el autor del histórico récord de velocidad para ciclistas centenarios de la foto.

¡Prejuicio! diría yo.

¿Donde se siente realmente la edad? En los huesos, los triglicéridos y el colesterol, ¿no? Nada parece indicar que tenga que sentirse la edad en la ropa, el peinado o las aficiones. Pues yo digo que si los huesos, los triglicéridos y el colesterol los tengo controlados, ¿porque tengo que pensar en la edad como un limite a mi conducta?

Eso debió pensar Robert Marchand cuando, con 86 años decidió coger de nuevo la bicicleta y hacer kilómetros a toda velocidad...hasta ahora, con 105 años.




Cualquier momento es bueno para cambiar de camino, porque siempre hay camino por delante hasta que se apaga el motor.
Los prejuicios que arrastramos relacionados con la edad nos hace escuchar mal a nuestro cuerpo. Justificar el no salir de paseo con las amigas porque tengo artrosis hace que tenga mas artrosis. Como ejemplo el sr. Marchand, al que no le dolían las piernas sino los brazos, porque tiene artrosis.
La ciencia lo demuestra con claridad de manera reiterada. No es el cuerpo el que falla primero, es la actitud con la que tratamos al cuerpo.

Así que la próxima vez que tu hijo/a o tu hermano/a pequeño te diga que no tienes edad para hacer algo, comprueba tus triglicéridos, tu colesterol y tu ritmo cardíaco, y si no están por los suelos y te aguantas de pie, sal corriendo de casa antes de que tu familia te contagie "su vejez".

Un beso a todos por seguirme.
Seria muy bonito si me diérais vuestra opinión en los comentarios del blog.

Anna Sú

domingo, 2 de abril de 2017

¿Seguro que esa mujer es marroquí?

Trabajo día a día con personas de orígenes socioculturales y étnicos diversos, desde hace ya tantos años que empiezo a olvidar el primero. Así que la gente que me conoce tiende a sentir curiosidad, me preguntan sobre ellas y se responden a sus propias preguntas usando estereotipos muy extendidos. ¿Pà qué? ¿Pa que me preguntan ná? ¡Si tienen ya sus propias respuestas!

A pesar de ello, y de terminar algunas cenas de amigos entre pequeños o grandes rifirrafes, no puedo evitar el intento de romper con esas ideas preconcebidas, planteando objeciones como las que ya expliqué hablando de los argentinos hará ya unos añitos. ¿Puedes diferenciar físicamente a una persona de Paquistan de una de Marruecos? ¿o de un indú? ¿o incluso un indú de un sij (si no lleva puesto su turbante)?
¡Porque ya te digo que yo no puedo! ¡No puedo diferenciar un gallego de un catalán si no abren la boca!

Pero la calle si puede.
Es curioso pero la gente te va haciendo comentarios de apariencia inocente como "ves al paqui de la esquina que seguro tiene cargador de móvil" Y cuando llegas resulta que no es paqui sino indú, o catalan. Pero la fama de tiendas baratas y de baja calidad se la lleva el paqui, por tanto seguirán enviándote al paqui. Pero cuidado no te confundas en una comida familiar y le otorgues orígenes sevillanos a tu cuñada. Rápidamente té responderá que ella es cordobesa, casi na! A todo el mundo nos gusta que se reconozca con orgullo nuestro origen, por aquello del endogrupo y la sensación de pertenencia que ello da.




Si os pongo la fotografía de Miss Mundo Árabe 2007, y quitamos las bandas de las chicas, ¿alguien me puede buscar las 7 diferencias? Exceptuando a una de ellas, que va mas tapada, el resto son igualitas a las chicas no árabes, hasta en la pose. No voy a entrar en si es o no sexista el tema de las misses, pero sirve como ejemplo para lo que pretendía exponer.
Si no somos capaces de diferenciar los orígenes de los otros, de diferenciarnos nosotros de los demás, sin preguntar o escucharles hablar ¿como podemos juzgar las conductas de la gente en función de ese mismo origen?
¿Cuantos paquistaníes conoces? ¿cuantos marroquíes? ¿cuantos suecos? y ¿cuantos rusos? 
Pues ese es el grado de conocimiento que puede ayudarte a valorar si tu percepción hacia ellos es un prejuicio o un conocimiento real.

Gracias por seguirme
Anna sú